Miércoles dos de febrero,
año del setenta y dos,
día de la Candelaria,
Genaro Vázquez murió;
¡Cómo tocan las campana!,
¡Ay, de duelo cómo tocan,
gritando a los cuatro vientos:
hay balas que se equivocan!
Pueblecito de Acatlán,
tú que tanto lo has querido,
Genaro no se halla muerto,
nomás se encuentra dormido;
Su sangre sigue enseñando
entre todos los presentes,
que la muerte no hace nada
cuando hay razón insurgente;
La Costa Chica y la Grande
saben de cosas amargas:
que la verdad como el mar
se da en resacas muy largas;
El agua de los arroyos
cada día está más clara:
es la risa de Genaro,
cual si Genaro cantara;
En la Sierra de Guerrero
hay muchos árboles sanos:
los siembran los guerrilleros
con el sudor de sus manos;
Vuela, vuela palomita;
vuela, vuela entre las balas,
que el corazón de Genaro
lo llevas entre las alas;
Vuela, vuela palomita,
sigue volando ligero,
que llevas entre tus alas
a Genaro, el Guerrillero;
El río que viene y va
nunca se calla la boca:
Genaro le dijo ayer
que mañana a ti te toca;
Vuela, vuela palomita,
sobre el pobre y contra el rico,
que el corazón de Genaro
lo llevas dentro del pico;
El corazón de Genaro
no es ni cobarde ni sucio,
nomás de oírlo latir
late como late Lucio;
Esta guitarra que traigo
no es mentirosa ni engaña,
Genaro le dijo ayer:
que te oiga Lucio Cabañas;
Vuela, vuela palomita,
párate en aquel alero;
nunca acabarán los versos
a Genaro, el de Guerrero;
nunca acabarán los versos
a Genaro el Guerrillero...
(Letra y música: Oscar Chávez)
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