sábado, 25 de septiembre de 2010

No como ni PAN ni circo IV

Manú Dornbierer
Satiricosas

I had a dream. Yo tuve un sueño para celebrar el Bicentenario este quince de septiembre. Soñé que Felipe Calderón se redimía y desde el balcón del Palacio, antes de echar a vuelo la Campana de Dolores, habiendo honrado a los Insurgentes, gritaba: “Hoy, 15 de septiembre de 2010, nos toca a los mexicanos modernos declarar la segunda independencia de México”. “Viva el maduro pueblo de México que hoy cumple 200 años”. “Muera el mal gobierno de Wall Street”. “Muera el Neoliberalismo”. “Chingue a su madre el Dow Jones”.
¡Viva México! ¡Viva el México Nuevo y Libre! Pero sólo fue un sueño. Cuando desperté, ahí estaba el mismo Calderón de siempre y ahora con el dinosaurio de Tito Monterroso, léase, Carlos Salinas, Rey del PRIAN”.
Lo que me dejó en realidad el bicentenario fue depresión y un total rechazo al dispendio inútil de una mala fiesta. La triste comprobación de que Calderón no pudo hacer una sola obra perdurable y útil ni material ni política, a diferencia de las del Centenario de Porfirio Díaz. Y sin embargo, como muchos, tengo sed de penetrar profundamente en la historia de México, de leer, de investigar, de desentrañar misterios, errores y mentiras. Hubo interesantes “ventanas históricas” en los canales de la TV pública. Se me avivó el deseo siempre ardiente de que todos luchemos por un país verdaderamente independiente que NO TENEMOS. México está sometido a ese colonialismo moderno que es el neoliberalismo, la peor manifestación de codicia capitalista de la historia, que quiere apoderarse de todo a costa de lo que sea. ¡Hasta la narcoguerra nos impuso en marzo de 2007 George W. Bush y Calderón aceptó la orden de la militarización sin consultar a nadie! Por eso estamos como estamos.

Soberanía alimentaria

Pero ahora lo que importa es actuar. Cada quien sabrá qué puede hacer por México, además de recordar a los insurgentes como quiere Calderón, como si fuera su sucesor, el muy entreguista. Ya no se puede perder más tiempo en lamentaciones sobre la celebración del Bicentenario, con ausencia casi total de banderitas e interés, con mal circo y nada de pan. No podemos permitir que nos empine más. Ahora que muchos ciegos se quitaron la venda, la población tiene que aprovechar el parteaguas para concientizarse sobre la realidad del país y pararle el alto a este gobierno incompetente y cómplice de intereses transnacionales y nacionales canallas como los gastonesazacárragas. Basta de distracciones. Hay problemas gravísimos, pero para empezar hoy tenemos que mirar de frente la soberanía alimentaria que hemos perdido, el mayor de todos los problemas.
Hasta hace poco México ocupaba, detrás de Estados Unidos, el segundo lugar “en sobrepeso”. Hoy ya alcanzó a los gringos y es el mayor consumidor mundial de Coca-Cola. “La codicia americana”, el neoliberalismo, las transnacionales han logrado fácilmente en México -lo que desean hacer en los mercados del mundo entero- suplantar la alimentación tradicional para vender su chatarra industrializada. Hay que regresar a la sabiduría del maíz y del frijol que hoy recomiendan los nutriólogos en Estados Unidos, asustados de lo que han hecho sus “hamburguesas”.

Sin maíz no hay país

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